Boku No Sekai

jueves, 5 de mayo de 2016

Orfeo y Eurídice

Ahí me hallaba yo, sentado, mis ojos observaban su hermoso rostro angelical, sus ojos que reflejaban el cielo, sus labios cantaban dulces melodías, su nariz perfecta, parecía que estaba esculpida por los mismos dioses y su cabello dorado que era acariciado por el viento.
Mi corazón latía al son de mil notas musicales cuando pasabas por mi lado, estaba enamorado, sí, enamorado de ella, de Euridice.
Quería enamorarla, pero...¿como? Mi mente pensaba sin cesar, miles de ángeles volaban, pero no me hicieron volar. Estaba en el mundo real, ni los dioses me ayudaban. Tuve que hacerlo con mis propios medios...
"¿Y si, compongo una melodía única y exclusivamente para ella? Para que cada vez que la escuchase se sintiera amada, y así, enamorarla". Pensé. Y eso hice, compuse la melodía más hermosa, pero no tanto como ella, ya que me era imposible crear una melodía tan hermosa como lo era ella, la amaba, y haría todo por ella.
Las notas bailaban en mi mente, las melodías se creaban, las canciones emanaban de mi ser, y en mi lira plasmaba todas y cada una de esas maravillas líricas que aprecian en mi cabeza.
A veces pensaba si le iba a gustar, pero el amor que sentía se colocaba en mis delgados dedos hasta que se convertían en movimientos suaves en mi lira.
Mi lira era mi fiel compañera, cuando estaba triste y desolado era la única que me ayudaba a sentirme mejor.
Mi lira era especial: Poseía cientos de recuerdos de todo tipo, me acompañó a todos los momentos de mi vida, nunca se separó de mi y pienso que nunca lo hará.
No sé, pensaba y sigo pensando que mi lira estaba hecha para mi, me eligió a mi y yo la elegí a ella. Nos compenetrábamos, tanto que era inhaudito para algunos ojos ajenos. Pensaban que nací con un don y que los dioses estaban dentro de la lira para que cuando la tocara, no me sintiera solo.
Esperaba que ese don que me entregaron los mismos dioses, me ayudase a enamorar a mi amada Euridice.
Mientras componía apareció ella, se quedó rezagada a la vez que escuchaba su melodía, ella desconocía para quien era, no sabía nada; ardía en deseos en terminarla y enseñársela y decirla que la amaba, la amo y la amaré siempre...haría cualquier cosa por ella.
Terminé la canción que compuse, pero mi corazón y mi cabeza se inundaron en un mar de ansiedad y miedo del que me costó salir. La melodía sonaba bien, pero en mi, no sabía si a ella le gustaría.
Practiqué la melodía una y otra vez para que sonara perfecta, mis dedos se cansaban, mi cabeza me iba a estallar y mi corazón era como si se fuese a parar, estaba muy nervioso, nunca lo estuve, solo esperaba a que los dioses me den toda la suerte del mundo para enamorar a mi Euridice.
Ella para mi era la dama más hermosa del lugar, no me fijé en ninguna mujer, solo ella, solo Euridice.
Pensaba en ella despierto y soñaba con ella dormido, para mi, hasta los días me recordaban a ella: El sol era su cabello, los dibujos de la lluvia su rostro y figura y el viento su personalidad.
Días más tarde fui a entregar la melodía, ahí estaba, comía un pedazo de pan, era hermosa haciendo cualquier cosa, el amor me tenía loco, loco por ella. Me escondí en un árbol que se encontraba detrás de ella, cerré los ojos y empecé a tocar la canción. Los dedos fluían por la lira, emitía un sonido dulce, como ella. Mientras tocaba oía unos pasos, unos sordos, sabía que era ella, reconocía el sonido de sus sandalias y su caminar, paró en seco, me encontró, se acercó más a mí hasta que se puso en frente de mi.
La miré mientras tocaba para ella, ahí estaba, de sus ojos nacieron dos lágrimas cristalinas que dibujaban su rostro. "¿Es para mi, Orfeo?" Me preguntó con un mar de lágrimas de emoción en sus ojos. Paré en seco y la respondí con un sí, un sí que hacia que mi corazón latiese por amor. Euridice se acercó a mi, cogió mi mano y la llevó a su rostro, yo me acerqué más, quería besarla y susurrarla que la quería, que la amaba y todo lo que sentía por ella. "Te amo, Euridice"
Ella, con un rubor en las mejillas juntó sus labios contra los míos, ese gesto respondía a todas mis preguntas.
"Tocala otra vez, por favor" Me dijo emocionada.
Sentados bajo el árbol toqué una vez más la melodía mientras la dije: "Haré cualquier cosa por ti...".
Dedicated.